La difusora desde sus inicios, así como les dio cabida a jóvenes
locutores que se iniciaban, también dedicó especial atención a los niños
artistas. Para ellos se realizaban también concursos, a fin de descubrir
valores o apuntalar a los que iban surgiendo.
Entre otros, el niño Hugo Rodolfo Reynoso, quien con 12 años,
acompañado por Abelardo Rivas y el flaco Lapalma, se presentó por primera vez en un escenario con el tango “Cualquier Cosa” de Herminia y Juan Velich. Cuenta Hugo – hoy cantor
consagrado- que la primera felicitación la recibió de la Sra. Irma C. Juárez Ahumada de Cerdá que
había presenciado el festival. Y que al subir al colectivo en calle Urquiza, de
regreso a su casa con su segundo premio -un juego de arco y flechas con
ventosas- no le cobraron el pasaje: ya habían escuchado la audición por los
parlantes y al subir, lo reconocieron por el premio que se llevaba.
En el carnaval:
La difusora se hacía presente en muchas manifestaciones de
la vida social gualeguaychuense. En 1955 su representante, Stella
Garbino , hoy
señora de Baretic , fue consagrada Reina del Carnaval y la primera princesa fue
la jovencita Niní Rivollier de 17 años, luego señora de Rodríguez.
Constituye el antecedente más antiguo que recordamos de esa elección, hoy
tradicional de nuestra fiesta mayor. En la década siguiente otra bellísima
joven representó a Difusora Grecco: Cachi Pivas, a quien admiraba por
Roberto por su gracia y simpatía.
Y otras fiestas…
…como el baile
anual de los locutores. Era por entonces una de las reuniones danzantes de
mayor relieve que se realizaba en Gualeguaychú. Al no haber otro medio oral, el
personal de la difusora tenía un papel protagónico en su organización y
obviamente Roberto Grecco los apoyaba en su esfuerzo. Una jornada muy especial
se vivió cuando una empleada suya, Alicia Cafferata (hoy
señora de Abel Costa ), fue consagrada en 1956 como Reina de
los Locutores. En su caso, la belleza tenía una ventaja adicional: cuando había
algún cliente remolón para pagarle la publicidad a los varones, la mandaban a
ella y venía con la plata.
No está demás recordar que Alicia, junto a Aurora
Delcause y Tuchi Turón, eran las que el
día de la primavera, en la década de los 50, desfilaban en la
carroza de la tienda Barato Argentino que diseñaba Numa Frutos. Es el más
remoto antecedente carrocero de Gualeguaychú.
Con los niños:
Por entonces, los niños no constituían un público que
concitara especial atención, ni el interés en ellos como segmento de mercado
que ha alcanzado hoy. Pero Roberto
Grecco tenía tal cariño por los pequeños, que desde los tiempos iniciales
impuso programas especiales para ellos. Generalmente incluían magos, payasos,
sorteos de juguetes y reparto de globos.
Por eso, el caso ya
relatado de Hugo Reynoso, no fue
casual y al igual que él, numerosos niños pasaron momentos muy felices en
aquellos festivales. Y muchos que después llegaron a ser grandes artistas, se
vislumbraron tempranamente como tales, en el ámbito acogedor de la difusora.
Embajadas
artísticas:
Todo eso con independencia de las jornadas especiales, en
cuyo caso las actuaciones se hacían en días de semana.
Esto se daba cada vez que visitaba por la ciudad alguna troupe de artistas
foráneos. Antes de la actuación en el Club que los
contrataba (Independiente, Defensores,
Central), donde el público abonaba su entrada, hacían a modo de promoción,
un adelanto de su espectáculo en la difusora. Bastaba con que se lo anunciara
por la red de parlantes, para que el recinto se colmara de inmediato. Tales
presentaciones eran para muchos concurrentes pobres, la única oportunidad que
tenían de ver gratis a sus ídolos.
Cuando se trataba de
espectáculos de mayor convocatoria, para lo que el salón resultaba
chico, la presentación se hacía en un escenario montado sobre la puerta de
calle Chacabuco. En días de lluvia o mucho frío todo se concentraba en el
amplio salón auditorio.
Los circos que venían a la ciudad también hacían sus
demostraciones previas frente a la difusora y se recuerdan jornadas que
impresionaban a los espectadores, como los faquires que se acostaban sobre
clavos o caminaban sobre piedras al rojo
vivo, acróbatas, magos etc.
Entre los más renombrados visitantes de la difusora se
recuerda al poeta popular Héctor
Gagliardi, que recitó algunos de los poemas que tanto se difundieron a
través de sus libros, como Puñado de
Emociones, Esquinas de Barrios, entre
otros.
Algunas figuras
extranjeras pasaron por allí, como el célebre cantante español Juan García Guirao, nacido en Murcia en
1904, quien viajó mucho por Argentina después de la guerra civil española.
Bloopers:
La larga vida de la difusora esté llena de anécdotas. En
una oportunidad, la visitaba un recitador de Islas que además era portero de
escuela. En el momento más intenso de su poema, en que el personaje le asestaba
al otro una certera puñalada, el hombre levantó la voz con tanta garra, que
repentinamente tuvo que interrumpir su actuación, mientras algo corría por el
piso. “Le habían saltado los dientes
postizos que fueron a parar debajo de las estanterías de los discos, recitaba y
manoteaba no los podía encontrar…tuvimos que agarrar un palo para pescar los
dientes…” nos contaba muerto de risa
Rodolfo Migueles.
Y Abel Costa – esposo de Alicia Cafferata- recuerda que en otra
oportunidad, un cantor tramposo se había concertado con Cacho Barrios para
hacer play back con un disco 78 rpm.
Hasta que se le rayó el disco y terminó en papelón.
Con la cultura:
También pasó por allí gran parte de nuestra vida cultural;
en el salón auditorio se realizaban exposiciones artísticas de todo tipo. Uno
de los pintores de prestigio que expusieron allí, fue el rosarino Raúl Domínguez, algunas de cuyas obras
quedaron en Gualeguaychú, como la que adquirió el Escr. Juan Eliseo Cerdá.
En la segunda mitad de la década de los años 60, se
realizaba anualmente en el salón de la difusora, el exitoso Salón
del Poema Ilustrado,
patrocinado por la Asociación Gualeguaychú Artístico (A.G.A.) Un grupo de
escritores presentaba sus poemas, ilustrados por pintores locales. Entre los
vates que se recuerdan están Enrique Angel Piaggio , Juan
Antonio Machado , Orlando Otero Clotet, Antonio
Romero Frávega, Pablo J.
Daneri y Angel Vicente Aráoz. Los ilustradores eran: Matilde Bértora, Luis Benítez y otros.
En la segunda mitad de la década de los años 60 se realizaba anualmente
en nuestra ciudad el exitoso Salón del Poema Ilustrado, patrocinado
por la Asociación Gualeguaychú Artístico (AGA). Un grupo de escritores
presentaba sus poemas ilustrados por pintores locales. Entre los vates que se
recuerdan están Enrique