domingo, 18 de enero de 2009

Hotel Comercio



Un pedazo de nuestra historia

El 24 de Junio se cumplen 40 años de su cierre. Quedaban atrás casi cien años de existencia como emblema edilicio, comercial y social, tan enraizado en la "belle epòque" de Gualeguaychú, que constituye un tramo valioso de nuestro pasado.


Se rifa un hotel: Sito en 25 de Mayo y 3 de Febrero, tuvo larga vida. Su origen se remonta a 1870, al construirse su parte mas antigua. En 1877 Benita R. de Galeano lo vende a Jacinto Raffo Como Hotel Argentino. En 1880 ¡una rifa lo tuvo como premio!. El billete constaba 5 bolivianos y valía 17.045 $ fuertes. En 1885 pasa a Saturnino Morón y Alejandra L de Morón.

Era uno de los edificios mas importantes y lindaba con el Teatro 1º de Mayo. Ambos tenían plantas altas, algo poco usual. Sus paredes estructurales de ladrillos tenían 60 cm y las restantes, eran de 45.

Al principio la iluminación se hacía con candiles, luego le vino el alumbrado a gas en 1898 y en 1907 tuvo luz eléctrica.

Las calles de tierra, luego se empedraron (con adoquines de madera la 25) y finalmente el pavimento. 3 de Febrero, seguía empedrada a su cierre. Los tranvías a caballo pasaban por allí.

Llegan los Della Chiesa: En 1905 lo compran Donato, Domingo y David Della Chiesa -inmigrantes de Lombardía- ya con el nombre HOTEL COMERCIO y así figura en los almanaques El Censor de 1903. El edificio de dos plantas en estilo italiano, se extendía hasta mitad de cuadra por 3 de Febrero con cinco puertas y ventanas mas balcón en la planta alta; por 25 tenía dos. Para 1910 le anexaron "la parte nueva", mas alta, en estilo francés.

Hotel de categoría

Tenía 54 habitaciones y era prestigioso en la provincia. Si bien no eran usuales los baños privados, las habitaciones tenían un lavatorio (como los hoteles ingleses) y algunos se conservan. La red de agua se surtía de un gran tanque alimentado por un pozo semisurgente de 30 metros. Antes de haber de obras sanitarias (1927), abastecía de agua a los vecinos.

No existía la categorización, pero por sus servicios, era de primer rango: La fama de su cocina excedía los límites de la ciudad y cuando alguien organizaba un banquete recurría al Hotel Comercio: despedidas de solteros, de Jefes de Regimiento o Policía, reuniones políticas, se hacían en el salón comedor. En verano se usaba el patio (donde había una cabina telefónica).

La cocina a leña era de hierro, con grandes hornallas -nos recuerda a la del Palacio San José- amplias parrillas y horno con tapa curva rebatible. La instalaciones tenían capacidad para cientos de comensales. Los depósitos de leña e insumos, tenían acceso por 3 de Febrero. En la llamada "segunda cocina", se lavaba y guardaba la vajilla.

En el subsuelo había una bodega abarrotada con vinos chiantis, espumantes italianos, borgoñas y champagnes franceses, wiskys escoceses etc., que sus dueños importaban. El gran comedor, en el centro tenía pisos de pino tea, paredes de boisseries, espejos biselados y columnas revestidas en madera. Vajilla italiana, platería, cristalería, mantelería con monogramas del hotel. En la sala de recibo sobre 25, había pianola y piano.

El amplio salón-bar de la esquina (con piso de baldosas blancas y negras) tenía una gran heladera a hielo de serpentina, choppera de 4 picos, mesa de billar (en él que se destacaban Don Antonio Barel, Jorge Karam, los hermanos De Zan) con servicio de café express abastecido por una vistosa máquina de vapor. Tenía cochera propia, lustrado de zapatos a máquina (que atendían Víctor Dikinson y el enano Dutruel, quien también lustraba en la peluquería de Juan Giovanetti, habitúe del hotel), lavandería y servicio de autos de alquiler.
(Pedro Ferreyra, Mariano Neyra, Mario Vela, Pulido y Taffarel).

Algunos transportes de pasajeros tenían allí su salida: Patoruzú de Roberto Duré que iba a Gualeguay (si no llovía) y La Zeta hacía el viaje a Bs. Aires por Pto. Constanza.

La época de esplendor: DON PABLO BASSI

En la primera década del siglo, lavaba las copas en el hotel un niño -Pedro Pablo Bassi- nacido en 1900 y criado en Urdinarrain.
Luego fue aprendiz de cocina, destacándose hasta convertirse en el gran cheff que le dio fama a la casa durante 40 años. También fue cocinero de Donato Della Chiesa. Entre los platos mas apetecidos de Don Pablo, se recuerdan el Pejerrey Gran Paraná, los caracoles al vino y las ranas (que cazaba Pinto Saldaña). Tenía un pescador de mojarras para servirlas fritas en aceite y grasa de cerdo, como guarnición de los aperitivos.

Gustaban sus pastas, especialmente ravioles con tuco, canelones y también el puchero a la española, pavita, surubí, consomé, menestrón etc. El servicio de repostería incluía una torta rusa que era el orgullo de la casa.

Don Pablo llegó a ser titular del hotel, aunque no del edificio, con socios como Tiragallo, Manuel Munilla, Manuel Pesado y Rafael Finondo y cuando sacó la lotería, compró las partes a sus socios. Pese a que nunca aprendió a leer, poseía una cautivante personalidad; tenía amistad con algunos de los encumbrados pasajeros o clientes del hotel. Era un hombre de bien, hecho en el trabajo y una conducta intachable. No negaba su origen humilde y era generoso con los pobres: A dos recordados personajes de la calle, por orden de Don Pablo se les servía la comida: Ricardo Irigoitía (el linyera culto) y Paco ("el inundado"). A los chicos descalzos en invierno, les compraba zapatillas en la vecina tienda de Benvenaste. Era muy atento con todos y en algunas oportunidades hasta al mensajero que traía telegramas, lo invitaba con una picada.
Condujo el hotel con gran acierto. Por la sabiduría de sus los años, cuando sus empleados bajaban a la bodega, se recordaba, conocedor de humanas tentaciones: "Bajen , pero que sea silvando....".

Con su desaparición, ya blanco en canas, en 1957 se clausuraba la época de esplendor, que coincidió con el casi medio siglo que estuvo al frente. En la cocina lo sucedió su hermano José María.

El personal

Pasaron por la gerencia Rosendo Rearden, el uruguayo Lázaro Rodríguez (en Gualeguay regenteaba el Hotel Ferrecchio) y Juan Francisco Márpez. Un selecto equipo de mozos atendía el comedor, Alberto Silva, Ramón Ramírez Sarrasqueta (que trabajó casi hasta los 70 años) Héctor Munilla y Omar Gauna.

En la cafetería, Pedro Bassi, Oscar de la Cruz y un hermano de Gauna Para el servicio a las habitaciones: Juan Francisco Domínguez, Alberto González y Herrera. Fueron serenos: Estanislao Lozano, Emilio Deus y José Larrosa (también jockey).

Pasajeros y concurrentes de prestigio

El prestigio del hotel, se cimentó en el de sus pasajeros: Hipólito Irigoyen durante sus campañas y el Presidente Agustín P. Justo en 1937. Su comitiva ocupó las habitaciones 37, 38 y 39. Desde el balcón de la 38 -planta alta en la esquina- Justo saludaba a la concurrencia. Entre los hombres de letras se recuerda a Pedro B. Palacios (Almafuerte) que vino en 1915 y Roberto J. Payró en visitas a su amigo Luis Doello Jurado.

También pasaron Nicolás Repetto líder del socialismo, el Dr. Gallardo embajador en Italia, Juanita Larrauri y el dirigente entrerriano Manuel Visca.

Durante su período como Gobernador (1946-50) Héctor D. Maya se alojó con su familia y también sus hermanos Antonio y Carlos. En los últimos años lo frecuentaba el Dr. Carlos H. Perette que fuera Vicepresidente de Illía. Algunos vecinos concurrían a comer: el Prof. de música Schemezzérico Cristiano, el Prof. Bernabé Fernández Barrios, Francisco Duboscq, el pintoresco Oficial de Justicia Ruggero Cuerito Giudici, el pianista Leo Capdevila con su esposa, Camila Nievas o con el Alférez José Ma. Sobral, el dentista Tito Martínez, los Sres Azcárate y su gerente Julio Cesar Guzmán (Barato Argentino), Raúl y Justo Saenz Valiente, Alberto Alazard, Tito Caballero, Leonardo Mendoza, Alfredo Garbino (Cuto) Pablo J. Daneri, Mateo Dumón Quesada, el Ing. Ambrosio Vismara (constructor) y Lionel Drabble que concurría con su Sra. Estela atraídos por los caracoles al vino, que se extraían con pinzas.

Cuando Carlitos Rossi llegó a Gchú. se alojaba allí, al igual que el Ing. Carlos Pérez Tiribelli. El otorrinolaringólogo Juan Manuel Tato, periódicamente atendía en el hotel.
Mayordomos de estancias vivían allí: Manuel Bustos y Victoriano Amestoy (habitación alta de la esquina) con sus hijos "Mocito" y "Chapete". Otros los hacían periódicamente, como Ernesto Antonio Bunge, dueño de la estancia Landa o Eduardo Parra, de Centella. En sus recintos se hacían reuniones políticas y empresarias.

En las primeras décadas del siglo, los banquetes de la Sociedad Rural se hacían allí con presencia de Gobernadores (Laurencena, Mihura, Echevehere) En una de ellas Saturnino J. Unzué anunció la donación de las 115 Has a la Municipalidad. Aquella primacía en el servicio de gastronomía tiene su explicación: no había en Gualeguaychú otro que pudiera competirle en calidad y menos, para tantos comensales.

En la Intendencia de Pedro Fernández Ohyamburu el C. Deliberante cenaba en la sala de recibo. Solía acompañarlos el padre Manuel Vasallo, o Dr. Enrique Gutiérrez. Otro Intendente, Luis Fernández, concurría a jugar al mus o muselga. Las reuniones del Rotary en sus primeras épocas se realizaban allí.

También se reunían a cenar Directores del Frigorífico Gchú. como Juan Labayen, Juan Goldaracena, acompañados por el joven Secretario Clemente Risso o ingleses de firmas compradoras. Y los rabinos que venían de Israel a hacer la matanza conforme a sus ritos.

Artistas famosos

Quienes dieron fama y glamour a la casa, fueron los artistas que pasaron como Carlos Gardel, el dúo de Agustín Magaldi y Pedro Noda en los años 30 (este volvió con Nicolás Trimani y compusieron el Vals a Gualeguaychú). Luego vinieron otras celebridades: Luis Sandrini, Tita Merello, Jean Duval (y su órgano de ensueño). Alberto Castillo, solía quedarse unos días y frecuentaba los bares de Calavera Orué o Tanicho Indart. También Fernando Ochoa, Libertad Lamarque, Azucena Maizani, Alberto Margall, Héctor Varela, Atiliano Ortega Saenz (Pichirica) con su compañía de teatro popular, Edmundo Rivero, Enrique Mora, Feliciano Brunelli, Hector Basilio, Héctor Gagliardi, Yamandú Rodríguez, Claudio Martínez Paiva, el concertista de piano Abel Flaurí, la bailarina Ana María Palumbo (la trajo Asoc. Amigos del Arte) el conductor radial Felix Mutarelli (Gran Pensión El campeonato) Roberto Escalada, el bandoneonista Pedro Mafía, el cantante de boleros Mario Clavel, Gregorio Barrios y otros.

Una noche de tormenta estuvo un coro de negros estadounidenses enviado por Saúl Zoilo de Aerolíneas Argentinas, porque su avión debió bajar en Gchú y salieron cantando por la 25.

Era común que la presencia de artistas, convocara al público frente al hotel sobre todo, quienes no podían pagar la entrada. Hoy ese fenómeno no se da: los ídolos hacen giras cubriendo varias ciudades por noche. Generalmente salían a saludar entre los aplausos de sus admiradores. La nota mas recordada ocurrió cuando vino Libertad Lamarque. Miguel A. Chacón le dio una serenata con su piano montado en un camión. La artista, conmovida, no sólo salió a saludar, sino que desde lo alto entonó una canción para delirio de los concurrentes.

Deportistas y viajantes

De los deportistas notorios, se recuerda a Juan Manuel Fangio y Domingo Marimón (Toscanito). También los boxeadores Rafael Merentino y el rosarino Piceda.
Entre los viajantes, sobresale el de la bebida caña "La Loca". Era un caso singular: aquel viajante era el dueño de la fábrica, Don Federico Firpo, cuyo Lincoln deslumbraba a los transeúntes y a nosotros los niños del barrio. Don Federico era amigo de Pablo Bassi y sus estadas duraban varios días. También se recuerda a José María López (Lopecito) de Café La Virginia (traía boxeadores) y Julio Bernatemé de Cusenier. Con ellos alternaba el locuaz Mártires Calventos (con su auto sacado en una rifa) quien escribía poesías.

El final

En los últimos años, su esplendor fue decayendo y nuevos hoteles iban surgiendo. El frío llegaba, hasta que el tercer día del invierno de 1964, el centenarias hotel cerró sus puertas. para siempre.

Hubo mucha tristeza en el barrio aquel 24 de Junio. Cada vez que pasaba para la Escuela Normal, extrañaba no ver el acarreo de la leña, no oír el vapor de las cafeteras, la algarabía de los parroquianos y el ruido febril en la gigantesca cocina.
Atrás quedaba una larga historia de visitantes ilustres, banquetes de gala, veladas artísticas y animadas reuniones. Durante algunos años permaneció en silencio y seguramente sus paredes atesoraban los ecos de aplausos, risas y bullangueras embajadas de artistas noctámbulos.
Años después, el edificio le fue adjudicado a la Sra. Macedonia Peralta viuda de Luis Della Chiesa, (hijo de Don David) quien lo vendió luego a Alejandro Benvenaste.

Pero el paso del tiempo no ha vencido a la vieja construcción, que hoy -aunque horriblemente mutilada- vuelve a cobrar vida con otros ocupantes y clientes muy distintos. Sin embargo, hay un lazo de continuidad entre sus antiguos y actuales moradores: la célebre bodega tiene por sucesora a una vinoteca; las delicias de la cocina italiana han revertido en pizzas del mismo origen, los fulgurantes artistas reaparecerán convertidos en continuadores que exponen su creatividad y aquellos personajes del mundillo político ya no se alojarán, pero otros pasarán por la emisora de FM, que difundirá su macaneo. ¿Será el karma del legendario hotel, que se niega a morir y retorna bajo una nueva vida?.



3 comentarios:

  1. Muchisimas gracias por la información.
    Ahora me encuentro en el Hotel Esplandor en Bs As y mañana me voy para Gualeguaychu.
    Usted podría ser un muy buen guia turisitico. Es uno de ellos? Me podría aconsejar a alguien o donde tomar un city tour?
    Muchas gracias

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  2. Hola Gustavo, muy pronto parte de este antiguo hotel vuelve a abrir sus puertas a nuevos huéspedes, pero esta vez como hostel de verano y pensión para estudiantes en invierno, mi abuela trabajo muchos años en el hotel comercio, por esto es emocionante para mi este proyecto.
    Me gustaría saber quien tiene la propiedad de lo q fue la primera parte de este hotel hasta 1910 y la primera mitad de lo q fue el nuevo anexo del mismo año.
    Mi mail es btamudo@hotmail.com
    gracias

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  3. Hola Gustavo!! no sabés la nostalgia que me trae haberte reencontrado con tus Historias, somos contemporáneos, conocí el Hotel en su final, conocí a Chacón y su Tropicana Club, conocí el Chalet de la isla Libertad de Aloisa, corrí la vuelta a la Isla en los años 59/60/61/62 con nadadores de fuste, Pichón Ventura, Carmelatti, Guillermo Mosto, Almirón, Pepe Arévalo, su papá era el bañero del Club Neptunia, seguramente tenés algún libro con todas estas historias, si es así donde se puede comprar? Gracias Gustavo, Jorge Daniel Dellacasa (jorgedanieldellacasa@gmail.com)

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