miércoles, 13 de mayo de 2015

07 Difusora Grecco: Concursos y Festivales

La difusora desde sus inicios, así como les dio cabida a jóvenes locutores que se iniciaban, también dedicó especial atención a los niños artistas. Para ellos se realizaban también concursos, a fin de descubrir valores o apuntalar a los que iban surgiendo.
Entre otros, el niño Hugo Rodolfo Reynoso, quien con 12 años, acompañado por Abelardo Rivas y el flaco Lapalma, se presentó por primera vez en un escenario con el tango “Cualquier Cosa” de Herminia y Juan Velich. Cuenta Hugo – hoy cantor consagrado- que la primera felicitación la recibió de la Sra. Irma C. Juárez Ahumada de Cerdá que había presenciado el festival. Y que al subir al colectivo en calle Urquiza, de regreso a su casa con su segundo premio -un juego de arco y flechas con ventosas- no le cobraron el pasaje: ya habían escuchado la audición por los parlantes y al subir, lo reconocieron por el premio que se llevaba.

En el carnaval:
La difusora se hacía presente en muchas manifestaciones de la vida social gualeguaychuense. En 1955 su representante, Stella Garbino, hoy señora de Baretic, fue consagrada Reina del Carnaval y la primera princesa fue la jovencita Niní Rivollier de 17 años, luego señora de Rodríguez. Constituye el antecedente más antiguo que recordamos de esa elección, hoy tradicional de nuestra fiesta mayor. En la década siguiente otra bellísima joven representó a Difusora Grecco: Cachi Pivas, a quien admiraba por Roberto por su gracia y simpatía.
Estela Garbino y Niní Rivollier 1955
Y otras fiestas…
como el baile anual de los locutores. Era por entonces una de las reuniones danzantes de mayor relieve que se realizaba en Gualeguaychú. Al no haber otro medio oral, el personal de la difusora tenía un papel protagónico en su organización y obviamente Roberto Grecco los apoyaba en su esfuerzo. Una jornada muy especial se vivió cuando una empleada suya, Alicia Cafferata (hoy señora de Abel Costa), fue consagrada en 1956 como Reina de los Locutores. En su caso, la belleza tenía una ventaja adicional: cuando había algún cliente remolón para pagarle la publicidad a los varones, la mandaban a ella y venía con la plata.
No está demás recordar que Alicia, junto a Aurora Delcause y Tuchi Turón, eran las que el día de la primavera, en la década de los 50, desfilaban en la carroza de la tienda Barato Argentino  que diseñaba Numa Frutos.  Es el más remoto antecedente carrocero de Gualeguaychú.

















Con los niños:
Por entonces, los niños no constituían un público que concitara especial atención, ni el interés en ellos como segmento de mercado que ha alcanzado hoy. Pero Roberto Grecco tenía tal cariño por los pequeños, que desde los tiempos iniciales impuso programas especiales para ellos. Generalmente incluían magos, payasos, sorteos de juguetes y reparto de globos.
Por eso, el caso ya relatado de Hugo Reynoso, no fue casual y al igual que él, numerosos niños pasaron momentos muy felices en aquellos festivales. Y muchos que después llegaron a ser grandes artistas, se vislumbraron tempranamente como tales, en el ámbito acogedor de la difusora.

Embajadas artísticas:
Todo eso con independencia de las jornadas especiales, en cuyo caso las actuaciones se hacían en días de semana.
Esto se daba cada vez que visitaba por la ciudad alguna troupe de artistas foráneos. Antes de la actuación en el Club que los contrataba (Independiente, Defensores, Central), donde el público abonaba su entrada, hacían a modo de promoción, un adelanto de su espectáculo en la difusora. Bastaba con que se lo anunciara por la red de parlantes, para que el recinto se colmara de inmediato. Tales presentaciones eran para muchos concurrentes pobres, la única oportunidad que tenían de ver gratis a sus ídolos.
Cuando se trataba de  espectáculos de mayor convocatoria, para lo que el salón resultaba chico, la presentación se hacía en un escenario montado sobre la puerta de calle Chacabuco. En días de lluvia o mucho frío todo se concentraba en el amplio salón auditorio.
Los circos que venían a la ciudad también hacían sus demostraciones previas frente a la difusora y se recuerdan jornadas que impresionaban a los espectadores, como los faquires que se acostaban sobre clavos o caminaban sobre  piedras al rojo vivo, acróbatas, magos etc.
Entre los más renombrados visitantes de la difusora se recuerda al poeta popular Héctor Gagliardi, que recitó algunos de los poemas que tanto se difundieron a través de sus libros, como Puñado de Emociones, Esquinas de Barrios, entre otros.
Algunas figuras extranjeras pasaron por allí, como el célebre cantante español Juan García Guirao, nacido en Murcia en 1904, quien viajó mucho por Argentina después de la guerra civil española.
Bloopers:
La larga vida de la difusora esté llena de anécdotas. En una oportunidad, la visitaba un recitador de Islas que además era portero de escuela. En el momento más intenso de su poema, en que el personaje le asestaba al otro una certera puñalada, el hombre levantó la voz con tanta garra, que repentinamente tuvo que interrumpir su actuación, mientras algo corría por el piso. “Le habían saltado los dientes postizos que fueron a parar debajo de las estanterías de los discos, recitaba y manoteaba no los podía encontrar…tuvimos que agarrar un palo para pescar los dientes…”  nos contaba muerto de risa Rodolfo Migueles.
Y Abel Costa – esposo de Alicia Cafferata- recuerda que en otra oportunidad, un cantor tramposo se había concertado con Cacho Barrios  para hacer play back con un disco 78 rpm. Hasta que se le rayó el disco y terminó en papelón.
Con la cultura:
También pasó por allí gran parte de nuestra vida cultural; en el salón auditorio se realizaban exposiciones artísticas de todo tipo. Uno de los pintores de prestigio que expusieron allí, fue el rosarino Raúl Domínguez, algunas de cuyas obras quedaron en Gualeguaychú, como la que adquirió el Escr. Juan Eliseo Cerdá.
En la segunda mitad de la década de los años 60, se realizaba anualmente en el salón de la difusora, el exitoso Salón del Poema Ilustrado, patrocinado por la Asociación Gualeguaychú Artístico (A.G.A.) Un grupo de escritores presentaba sus poemas, ilustrados por pintores locales. Entre los vates que se recuerdan están Enrique Angel Piaggio, Juan Antonio Machado, Orlando Otero Clotet, Antonio Romero Frávega, Pablo J. Daneri y Angel Vicente Aráoz. Los ilustradores eran: Matilde Bértora, Luis Benítez y otros.
En la segunda mitad de la década de los años 60 se realizaba anualmente en nuestra ciudad el exitoso Salón del Poema Ilustrado, patrocinado por la Asociación Gualeguaychú Artístico (AGA). Un grupo de escritores presentaba sus poemas ilustrados por pintores locales. Entre los vates que se recuerdan están Enrique Angel Piaggio, Juan Antonio Machado, Orlando Otero Clotet, Antonio Romero Frávega, Pablo J. Daneri. Los ilustradores eran: Matilde Bértora, Luis Benítez y otros.

06 Difusora Grecco: Crecimiento y Arraigo

A partir de 1954 el nuevo medio registra una etapa de notable desarrollo. Sus parlantes se iban extendiendo por toda la ciudad y con ello crecía la audiencia y los avisadores. Debemos puntualizar la  convergencia de algunas circunstancias que explican ese crecimiento. Por una parte como hemos visto, no existía radio en Gualeguaychú.

Por la otra, sin tantos vehículos, la ciudad era más silenciosa y cada parlante podía oírse sin dificultad desde varias cuadras. Una de las bocinas más emblemáticas era la que se instaló en el ángulo N.O. de Av. Primera Junta y San Juan. En la esquina de enfrente funcionaba la panadería de Conrado Espino, respetado dirigente del fútbol y por ello se congregan allí muchos seguidores de ese deporte, para escuchar los comentarios de los partidos. Ha querido el destino que esa histórica bocina, sea hoy la única que aún permanece colgada en su lugar, aunque ahora silenciosa y oculta por el follaje de los árboles.

Pero el barrio que más densidad de cobertura tuvo en aquellos tiempos era Pueblo Nuevo. La razón era que la mayor parte de su población estaba constituida por trabajadores del Frigorífico Gualeguaychú en su época de esplendor, exportadora de carne a varios continentes y de avanzada en su acción social. Con sus clubes: San Lorenzo, fundado en 1936 y Pueblo Nuevo en 1945, la Escuela Leopoldo Herrera, la Capilla Cristo Rey, sus almacenes tradicionales, conjuntos carnavaleros y otras expresiones de vida propia y pujante. La gente de Pueblo Nuevo en general cobraba al día, tenía crédito en toda la ciudad; era -usando una expresión actual- un buen target en términos de marketing publicitario. Y Grecco no se dormía.

ESPECTÁCULOS POPULARES
Cuando la difusora se afincó como medio de comunicación local, se constituyó en escenario mayor de la actividad artística popular. Las orquestas, cantores, conjuntos, recitadores hacían allí sus presentaciones en vivo. Actuaban  en el salón  auditorio de la esquina de Urquiza y Chacabuco, con grandes ventanales, un piano y piso de pino tea.
Pronto se vio que ese amplio recinto resultaba insuficiente. De esa necesidad  nació la idea de organizar los espectáculos a cielo abierto, para lo cual se cerraba toda esa cuadra de Chacabuco. Se hacían los sábados y luego se amplió a los domingos. Era un clásico en diciembre, el que se hacía para conmemorar cada aniversario de la creación de la difusora.

Entre otros artistas, se recuerda a Los Norteños, en sus etapas iniciales el Chango Díaz que cantaba maravillosamente Luna Playera, Pedro Moreyra (La voz de la raza), Pepe Ramos, y las orquestas de Blas Taffarel, Miguel Angel Chacón, Eduardo Ferreira, entre  otros.
Pero lo que más permanece vivo en la memoria de nuestros mayores, son los grandes festivales populares que se realizaban los días sábado. Eran gratuitos y con frecuencia el público ocupaba la cuadra entera de la calle Chacacbuco.
Entre otros, el que se hacía en diciembre, para conmemorar cada aniversario de la creación de la difusora.
Personalmente recuerdo un concurso de cantores de tango realizado en 1962. El favorito para el público era Don Alfredo Federico Muñoz, un muy buen sastre afincado en la ciudad y con una larga trayectoria como cantor. Concursó con el tango San José de Flores de Armando Acquarone y Enrique Gaudino. Pero casi en el final apareció un jovencito desconocido de 18 años que con el tango Anclao en París de Enrique Cadícamo y Guillermo Barbieri, sorprendió a todos al imponerse en esa jornada, en la que ganó el prestigio que conserva hasta hoy: Juan José Néstor Tape Larrivey.
Digamos también  –el mismo Tape me lo recordaba- que en una jornada subsiguiente en Central Entrerriano, Don Alfredo tuvo su digno desquite.

05 Difusora Grecco: Nace la Difusora

Como nos lo recuerda el memorioso Rubén Peralta,  las primeras  transmisiones las hacía Roberto desde un pequeño apartado, en el interior de la peluquería que tenía su esposa Quica, contigua a la de su suegro, en 25 de Mayo casi España. Pero el éxito inicial determinó la necesidad de un local más amplio. La familia Grecco era dueña de una propiedad importante en calle Urquiza entre España y Chacabuco. Por ello Roberto no podía desperdiciar la oportunidad de instalarse en un local contiguo a su casa paterna pero con la mayor parte del frente, sobre Chacabuco, en la misma manzana. Y esa ocasión se la brindó la Sra. María Nélida Susana Olaechea Garbino de Costa, al desocuparse la finca que hasta entonces arrendaba a Don Amado Nicolini para su inmobiliaria. El local se extendía casi media cuadra por Chacabuco y su acceso principal estaba en el N° 9, frente al Automóvil Club. En la esquina de Urquiza tenía un salón de generosas dimensiones con un gran ventanal. Por calle Urquiza lindaba con una conocida fábrica de pastas, que luego se convirtió en uno de sus principales avisadores. La puerta de Chacabuco 9 daba acceso a dos habitaciones con ventana a la calle, en las que se instaló propiamente la difusora. Más al fondo había un galpón y un patio.
El amplio salón sobre la esquina de Urquiza se usó como auditorio y en ocasiones, como salón de exposiciones. En abril de1959, sirvió ocasionalmente como el depósito más importante de la ciudad, por lo que veremos.
Grecco contó con la colaboración de Eduardo Jesús Barrios, Cacho, el  técnico que tuvo a su cargo la construcción del equipo transmisor a válvulas. La estructura metálica en torre, alcanzaba tres metros de altura en cuatro  niveles o pisos, y contenía todos los equipos de amplificación y modulación. Para los gualeguaychuenses, no acostumbrados a ese tipo de instalaciones, aquel equipo lleno de agujas, perillas y potenciómetros, nos resultaba impactante. El equipo comprendía dos bandejas, una a cada la lado de la consola, no para mezclar temas -lo que no se usaba- sino para poder cambiar la púa alternadamente.
La red de parlantes
Los parlantes eran del tipo bocina, con forma de corneta metálica en cuyo vértice tenía un cabezal que contenía el cono que producía el sonido. Las primeras diez bocinas, todas de color azul se instalaron en esquinas cercanas. Una de las primeras se ubicó en la esquina de la tienda Barato Argentino- 25 de Mayo y Humberto Primo (actual Italia) a pedido de su Gerente, el Sr. Oscar Guzmán. Había otra en la esquina de la difusora. Al cumplir su primer año de actividad, la red alcanzaba a 28 bocinas. Luego la cobertura se fue ampliando hasta llegar a cubrir casi todos los barrios de la ciudad en número que alcanzó los 50.
Que incluía entre otros, dos en Pueblo Nuevo, uno dentro de la Unidad Penal (Roberto era amigo del Chivo Peralta); España y Vías, Villa María, Del valle y Pellegrini, 25 de Mayo y Rocamora (Café Argentino), Banco Nación, Plazas Belgrano y Ramírez, 25 y Pellegrini, en la cuadra del puente, otro en la confitería Apolo apuntando hacia Plaza San Martín, y el más emblemático, de 1ra Junta y San Juan, Panadería Espino) sobre el que volveremos. En la colocación colaboró el Sr. Antonio Terza y también Vicente Enrique “Tarzán” Melgarcuyo físico fortachón le permitía trasladar y montar grandes escaleras.
La primera transmisión de hizo el 16 de Diciembre de 1953. El primer locutor fue Totó Pugliese y pronto se agregó Lía Isabel Poblet, la primera voz femenina que escuchamos los gualeguaychuenses, de agradable timbre y natural simpatía. Ella dejó la difusora a fines de los cincuenta; luego, en Buenos Aires, se casó con Osvaldo Figallo – también locutor – y allá falleció en octubre de 1999.
Los comentarios deportivos los hacía Edgard Cañazo Garbino. En ese orden, ellos fueron los tres primeros locutores de la difusora.

Luego se fueron incorporando otros locutores, como Rodolfo Migueles, a quien llevó ahí su amigo Pedro Ullúa que trabajó antes en la Tienda Smoisman. Y su hermano, Hugo Migueles.

LA JORNADA DIARIA
Se dividía en dos partes; de mañana comenzaba la programación a las 9 o 10 según fuera invierno o verano y  a la tarde, a las 16 o 17. Se respetaba la siesta.
El locutor de turno abría con este mensaje que se mantuvo invariable durante las cuatro décadas: “Con nuestra característica habitual, la Marcha Punta Congreso, iniciamos la transmisión de hoy, viernes (la fecha), desde nuestros estudios centrales instalados en Chacabuco 9 (o posteriores direcciones) y a través de nuestra extensa red de altavoces en la zona céntrica y barrios de nuestra ciudad”. Al terminar esa introducción, el volumen de la cortina estaba en su plenitud. 
Es una vieja marcha de la Infantería del Ejercito Argentino, compuesta en 1904 por el Maestro Vicente Mazzoco. Fue la que  utilizó la difusora a lo largo de sus 40 años de vida. También se leía el lema de la casa: Difusora Grecco: con la mirada puesta en Dios, la Patria y la Familia.
La programación en los tiempos iniciales se componía de música y también noticias, que generalmente se tomaban de los diarios locales: El Argentino, el Hoy y El Diario. No se contaba con servicios de agencia. Las de orden nacional e internacional se tomaban también de las emisoras capitalinas: radios Splendid, Belgrano, El Mundo o del Estado (actual Nacional). No se utilizaba como fuente a los diarios de Bs. Aires, por una razón muy elemental: llegaban con uno o días de retraso, o más si les venían por correo a quienes estaban suscriptos. La televisión argentina nacía ese año -1953- con el Canal 7 pero aún no había llegado a Gualeguaychú.
En  mensaje de cierre se escuchaba con el fondo de la misma marcha: “Y así finalizamos nuestra transmisión del día de la fecha, esperando que haya sido de vuestro agrado. Nos volveremos a encontrar mañana si Dios quiere, a partir de la hora 10.  Por la atención dispensada, muchas gracias”.
LOS NÚMEROS DEL NEGOCIO
Aunque Grecco mantenía su empresa de publicidad rodante con su razonable cartera de clientes, por más que estos pasaran a serlo también de la difusora, ello no era suficiente  para equilibrar los mayores costos y amortizar la inversión. Por otra parte, él era un hombre tranquilo, sin el carisma e ímpetu hoy imprescindibles para cualquier productor de publicidad.
Por eso implementó un sistema que le dio buen resultado. Consistía en que cada locutor debía procurar hacer clientes de publicidad, lo que le representaba una parte sustancial en su remuneración y por lo tanto, un incentivo. Lía Poblet era la que más avisos conseguía en los primeros tiempos; no sólo por su contracción al trabajo sino por su buen trato y simpatía. Cuentan que a la hora de cobrar los avisos, eran más eficientes las mujeres. Esa ingeniosa modalidad del locutor-productor fue mantenida por sus continuadores.