Como nos lo recuerda el memorioso Rubén Peralta, las
primeras transmisiones las hacía Roberto
desde un pequeño apartado, en el interior de la peluquería que tenía su esposa Quica, contigua a la de su suegro, en 25
de Mayo casi España. Pero el éxito inicial determinó la necesidad de un local
más amplio. La familia Grecco era dueña de una propiedad importante en calle
Urquiza entre España y Chacabuco. Por ello Roberto no podía desperdiciar la
oportunidad de instalarse en un local contiguo a su casa paterna pero con la
mayor parte del frente, sobre Chacabuco, en la misma manzana. Y esa ocasión se
la brindó la Sra. María Nélida Susana Olaechea
Garbino de Costa , al desocuparse la finca que
hasta entonces arrendaba a Don Amado
Nicolini para su inmobiliaria. El local se extendía casi media cuadra por
Chacabuco y su acceso principal estaba en el N° 9, frente al Automóvil Club. En
la esquina de Urquiza tenía
un salón de generosas dimensiones con un gran ventanal. Por calle Urquiza
lindaba con una conocida fábrica de pastas, que luego se convirtió en uno de
sus principales avisadores. La puerta de Chacabuco 9 daba acceso a dos
habitaciones con ventana a la calle, en las que se instaló propiamente la
difusora. Más al fondo había un galpón y un patio.
El amplio salón sobre la esquina de Urquiza se usó como auditorio y
en ocasiones, como salón de exposiciones. En abril de1959, sirvió
ocasionalmente como el depósito más importante de la ciudad , por lo que veremos.
Grecco contó con la
colaboración de Eduardo Jesús
Barrios, Cacho, el técnico que
tuvo a su cargo la construcción del equipo transmisor a válvulas. La estructura
metálica en torre, alcanzaba tres metros de altura en cuatro niveles o pisos, y contenía todos los equipos
de amplificación y modulación. Para los gualeguaychuenses, no acostumbrados a
ese tipo de instalaciones, aquel equipo lleno de agujas, perillas y
potenciómetros, nos resultaba impactante. El equipo comprendía dos bandejas,
una a cada la lado de la consola, no para mezclar temas -lo que no se usaba-
sino para poder cambiar la púa alternadamente.
La red de parlantes
Los parlantes eran del
tipo bocina, con forma de corneta metálica en cuyo vértice tenía un cabezal que
contenía el cono que producía el sonido. Las primeras diez bocinas, todas de
color azul se instalaron en esquinas cercanas. Una de las primeras se ubicó en
la esquina de la tienda Barato Argentino-
25 de Mayo y Humberto Primo (actual Italia) a pedido de su Gerente, el Sr. Oscar Guzmán. Había otra en la esquina
de la difusora. Al cumplir su primer año de actividad, la red alcanzaba a 28
bocinas. Luego la cobertura se fue ampliando hasta llegar a cubrir casi todos
los barrios de la ciudad
en número que alcanzó los 50.
Que incluía entre otros, dos en Pueblo Nuevo, uno dentro de la Unidad
Penal (Roberto era amigo del Chivo Peralta); España y Vías, Villa
María, Del valle
La primera transmisión de hizo el 16 de Diciembre de 1953.
El primer locutor fue Totó Pugliese y pronto se agregó Lía Isabel Poblet, la primera voz
femenina que escuchamos los gualeguaychuenses, de agradable timbre y natural
simpatía. Ella dejó la difusora a fines de los cincuenta; luego, en Buenos
Aires, se casó con Osvaldo Figallo –
también locutor – y allá falleció en octubre de 1999.
Los comentarios deportivos los hacía Edgard Cañazo Garbino. En
ese orden, ellos fueron los tres primeros locutores de la difusora.
Luego se fueron incorporando otros locutores, como Rodolfo Migueles, a quien llevó ahí su amigo Pedro Ullúa que trabajó antes en la Tienda
Smoisman. Y su hermano, Hugo Migueles.
LA JORNADA DIARIA
Se dividía en dos partes; de mañana comenzaba la
programación a las 9 o 10 según fuera invierno o verano y a la tarde, a las 16 o 17. Se respetaba la
siesta.
El locutor de turno abría con este mensaje que se mantuvo
invariable durante las cuatro décadas: “Con
nuestra característica habitual, la Marcha
Punta Congreso, iniciamos la transmisión de hoy, viernes (la fecha), desde
nuestros estudios centrales instalados en Chacabuco 9 (o posteriores
direcciones) y a través de nuestra extensa red de altavoces en la zona céntrica
y barrios de nuestra ciudad”. Al terminar esa introducción, el volumen de
la cortina estaba en su plenitud.
Es una vieja marcha de la Infantería del Ejercito
Argentino, compuesta en 1904 por el Maestro Vicente Mazzoco. Fue la que
utilizó la difusora a lo largo de sus 40 años de vida. También se leía
el lema de la casa: Difusora
Grecco: con la mirada puesta en Dios, la Patria y la Familia.
La programación en los tiempos iniciales se componía de
música y también noticias, que generalmente se tomaban de los diarios locales: El Argentino ,
el Hoy y El Diario. No se contaba con servicios de agencia. Las de orden
nacional e internacional se tomaban también de las emisoras capitalinas: radios
Splendid, Belgrano, El Mundo o del Estado (actual Nacional). No se utilizaba
como fuente a los diarios de Bs. Aires, por una razón muy elemental: llegaban
con uno o días de retraso, o más si les venían por correo a quienes estaban
suscriptos. La televisión argentina nacía ese año -1953- con el Canal 7 pero
aún no había llegado a Gualeguaychú.
En mensaje de
cierre se escuchaba con el fondo de la misma marcha: “Y así finalizamos nuestra transmisión del día de la fecha, esperando que haya sido de vuestro
agrado. Nos volveremos a encontrar mañana si Dios quiere, a partir de la hora
10. Por la atención dispensada, muchas
gracias”.
LOS NÚMEROS DEL
NEGOCIO
Aunque Grecco mantenía su empresa de publicidad rodante
con su razonable cartera de clientes, por más que estos pasaran a serlo también
de la difusora, ello no era suficiente para equilibrar los mayores costos
y amortizar la inversión. Por otra parte, él era un hombre tranquilo, sin el
carisma e ímpetu hoy imprescindibles para cualquier productor de publicidad.
Por eso implementó un sistema que le dio buen resultado.
Consistía en que cada locutor debía procurar hacer clientes de publicidad, lo
que le representaba una parte sustancial en su remuneración y por lo tanto, un
incentivo. Lía Poblet era la que más
avisos conseguía en los primeros tiempos; no sólo por su contracción al trabajo
sino por su buen trato y simpatía. Cuentan que a la hora de cobrar los avisos,
eran más eficientes las mujeres. Esa ingeniosa modalidad del locutor-productor fue mantenida por sus
continuadores.
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