domingo, 26 de abril de 2009

De Maria Eloisa y el Castillo del Río



No solo era la postal clásica de nuestro paisaje ribereño. El castillo  era también un hito para los gurises que nadábamos la vuelta de la isla hace cuarenta años. Está enclavado donde el río forma una garganta y  baja con mas fuerza. Superar ese paso  era para nosotros la certeza de alcanzar la meta. Y así dejábamos atrás el hoy casi centenario castillo con su belleza y misterio. 

Han pasado los años; hacía mas de veinte que no daba  la clásica vuelta. Pero el viejo castillo sigue ahí. Mientras tanto, nuestra vida cambió de rumbo: cambiamos  la actividad física  por otras mas espirituales; dejamos de bucear  en el agua para sumergirnos en el pasado lugareño a través de libros, archivos y testimonios orales. Imposible entonces eludir una investigación sobre el singular castillo, el cual, corridos algunos velos que lo tornaban enigmático, se nos aparece ahora mas subyugante. 

Sigue siendo una referencia y concita nuestra admiración, pero ahora conociéndolo un poco mas,  podemos asociar su singular y austera belleza con la figura de su creadora,  ya que ambas se refunden en una misma historia, que dice así:

Allá por 1911 se radicó en Gualeguaychú una joven profesora (21 años) de dibujo y pintura nacida en Concepción del Uruguay el 6 de Febrero de 1890. Se llamaba María Eloisa D'Elía . Había culminado su profesorado secundario en Paraná y recibió lecciones de pintura del maestro Prieto, célebre artista  uruguayo  discípulo de Juan Manuel Blanes, el pintor de Urquiza. También era profesora de caligrafía y francés. Se inició como profesora en la Escuela Normal inaugurada un año antes. En 1916 pasó a desempeñarse en el Colegio Nacional de reciente creación. Allí trabó amistad con  su colega profesor Don Horacio Rébori. 

En 1917 este compró  la Isla hoy llamada de la Libertd y en 1920 le regaló a Maria Eloisa el llamado peñón del puerto. Enseguida ella convoca a David Angelini  (que había realizado obras en el Frigorífico) y le encarga la realización de su proyecto. Había dibujado en su tablero un castillito. Al reducir en escala las dimensiones de las viejas fortalezas europeas, hizo algunos cambios: jugó con una armoniosa superposición de volúmenes, logrando amalgamar en bellos contornos las formas clásicas de un castillo medioeval, con la gracia de una casa de muñecas extraída de un cuento de hadas. Y lo dotó de los elementos sustanciales del modelo: en la parte superior de lo que sería la torre del homenaje colocó el clásico reborde de almenas. Pero la  torre contenía por dentro un generoso tanque de agua. Sobre una de las habitaciones del fondo colocó otro reborde superior de almenas  logrando el símil con una torre mas baja. En ambos lados de la torre-tanque  dibujó una hendiduras verticales. Son las saeteras de los viejos castillos,  través de los cuales sus defensores arrojaban flechas. El estilo del hermoso conjunto es  anglo-normando  con algunas concesiones magistralmente dosificadas. 

Con su ladrillo a la vista y sus techos de tejas,  combina el fondo antedicho con elementos del tudor. Pero con un toque audaz y certero le  agregó algunos elementos góticos que  -lejos de desentonar- le otorgan gracia al conjunto: los arcos ojivales en el frente, en la ventana alta del lado norte y en las aberturas del nivel inferior (que dejan pasar el agua en época de repuntes) que se complementan con ornamentos del mismo estilo en el frente. La orientación no sigue  la línea costera. Lo hizo en función de un mejor aprovechamiento de la luz natural y la defensa contra los vientos. Por esta razón, mientras tres aristas de la torre son ángulos rectos, la que apunta al pampero está facetada.

Los materiales fueron transportados en  botes que los cargaban en una escalera de piedra del viejo puerto. No existía  la gran explanada de hormigón y el viejo muelle de madera era mas bajo. Por eso el castillo se divisaba desde la calle del Tonelero (actual Del Valle) en todo su esplendor desde varias cuadras. Y aunque el terreno no era extenso, realzaba su belleza el fondo natural de una frondosa arboleda: Ya era una postal.

Lo ocupó en los primeros años con su hermana Matilde (quien ya centenaria aun vive, es la viuda del Dr. Félix Etchegoyen y madre del no menos prestigioso Dr. Poly Etchegoyen) y luego con sus esposo de origen español José Sala Hernández. La decoración interior, el mobiliario, la carpintería y cortinados  eran propias de un castillo por su fineza: pisos de pino tea, puertas con vitrales, camas de bronce y excelente mantelería. El matrimonio tuvo dos hijos Pepito y Rafael. Ambos heredaron la inteligencia y cultura de la madre. Pero mientras Rafael -quien al igual que su madre hablaba varios idiomas- se  graduó como Ingeniero Industrial, Pepito casi no pudo salir de su casa: padecía hidrocefalia, enfermedad que provocó su muerte a los 14 años. Era un lector apasionado y había alcanzado una gran cultura.  Entre la chismografía pueblerina, se decía que María Eloisa hecho construir el castillo, con el fin mantener aislado a su hijo hidrocefálico. Nada mas erróneo, dado que la construcción se hizo cuando todavía era soltera.

Pero un hecho ocurrido en el castillo allá por 1935, disparó no ya el chimento popular, sino toda una historia de fantasmas que contribuyeron, especialmente desde su abandono por la dueña, a darle ese hálito de misterio que tiene desde entonces. Una mañana de domingo apareció degollada en su habitación, la empleada doméstica que ocupaba una habitación del lado sur. Se llamaba Blanca Sosa, de 25 años. La encontró el joven lechero Lote Heredia a quien le llamó la atención no encontrar el recipiente que diariamente Blanca dejaba. Con el Sr. Lozano, encargado del chalet de Enrique Rossi fueron hacia su habitación y trepándose  a una ventana alta se encontraron con el cadáver yaciente de la doméstica. Luego con intervención del marinero Laratro, fue derribada la puerta que estaba cerrada desde adentro. El cadáver aparecía vestido con una muda de ropa nueva. Todo indicaba un suicidio y así se cerró la causa sobre un dictamen del médico de  policía. Sin embargo, salpicaduras de sangre  se insinuaban como indicios de un asesinato y a partir de allí se tejieron mil historias de las que se nutrió la leyenda del castillo, en las que el alma en pena de Blanca Sosa era protagonista.

Pasaron los años y María Eloisa se jubiló después de haber tributado durante medio siglo su inestimable aporte a la cultura de Gualeguaychú. Como calígrafa, confeccionó numerosos pergaminos, entre ellos realizado sobre seda, que con redacción de Luis Doello Jurado se le obsequió al padre José María Colombo al cumplir 50 años. También hizo el álbum para las bodas de plata de la ENOVA. Fue ella quien diseñó el templete de la Virgen del Rosario del  altar mayor de nuestra Catedral San José. Lo hizo en estilo renacimiento italiano, con cúpula dorada, hojas de acanto recubiertas en oro enmarcadas por dos pilastras de ónix, material que hizo traer de San Luis. El trabajo encomendado por el padre Pedro Blasón, fue hecho en 1948. Por su parte el padre  José Schechtel le encargó el diseño del piso de la parroquia Santa Teresita que llegó a bosquejar con un motivo de guirnaldas de rosas aunque no llegó a concretarse.

Poseedora de una amplísima cultura, viajó dos veces por Europa y un grupo de  alumnos suyos envió un trabajo de pintura relacionado  con las ciencias naturales que fue premiado en París. Uno de ellos alcanzó luego relieve nacional: Tato Jeandet a quien conocí por ser amigo de mi padre. Otros aportes hizo la prolífera artista de la Isla: en 1943 y 1944 dictó varias conferencias en la Universidad Popular sobre el arte a través de los tiempos. En el Instituto Magnasco se conservan algunos cuadros de su autoría, pero de mayor valor resultan las valiosas carpetas que había confeccionado con paciencia a través de los años, sobre la historia del arte a través de los tiempos. Están prolijamente ilustradas y escritas con claridad y sencillez para que estén al alcance de todos, ya que su objetivo de vida era difundir la cultura para todos. Hasta el final de su carrera gozó del respeto unánime de sus alumnos y en su legajo siempre tuvo concepto "excelente". 

La creciente de 1959 inundó totalmente el castillo y María Eloisa lo abandonó ya para no volver. Esa desgracia fue casi coincidente con su jubilación. Se trasladó a Bs. Aires donde siguió trabajando como restauradora para los mas prestigiosos museos nacionales. Murió allá el 3 de Julio de 1983 pero su restos descansan en Gualeguaychú. Su último viaje a nuestra ciudad lo había hecho en Diciembre de 1982 para entregar el Magnasco las  valiosas carpetas.

Este verano he vuelto a nadar la clásica vuelta. Pero al pasar por el castillo una fuerza misteriosa me retuvo para contemplarlo desde el agua. Reflejado en el espejo del río, su gracia y belleza son incomparables. En la imagen que sin los lentes veía difusa, me parecía verla a María Eloisa plácidamente sentada en la terraza-patio de armas. Y continué mi marcha  mientras pensaba en aquella mujer heroica que nos regaló a los gualeguaychuenses esa pincelada de belleza y que las generaciones futuras deberán preservar, además de su aporte generoso a la cultura de Gualeguaychú. Que todavía le debe su homenaje.




4 comentarios:

  1. emocionante lo conocí a los 12 años quiero saber más

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  2. la verdad 10 puntos...muy interesante,tajante y simple infografia. entendible para publico de cualquier edad conoci la historia del castillo impactante por sierto.Por mi parte estoy viviendo en olavarria hace 4 años aproximadamente,antes vivia en la calle clavarino...cuantos recuerdos...nos vemos. juan .bochaysuscompas@hotmail.com

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  3. Querido Gustavo,,mil gracias,,por pintar este y otros paisajes nuestros,con tus relatos.Era chica,,y recuerdo las tardes recorriendo el rio,y admirando cada,pedacito de mi terrunio.
    Sentia tu nombre,,como sabio y conocedor de los cambio de nuestar ciudad,con datos veridicos.
    Bueno,me gustaria saber,,sobre el Abrazo Celeste y Blanco,,sus comienzos,,historia a quien se le ocurrio o quien registro,,un festival tan importante,,que jamas pude conocer,pero hoy dia,,muchos colegas,,como por ejempl: Los Cuatro de Cordoba,Daniel Toro,Ramon Ayala,,y tantos mas,me peguntan por ese lugar entrañable de encuentro con nuestro folclore nacional.
    Desde ya un gran abrazo,te dejo algo de mi,talvez comprendas el porque de mi interes,ya que hace 19 años estoy radiada en Bs As. www.elsonar.com.ar/victoriasuarez email: victoriasuarez_@hotmail.com
    Desde ya,,mil gracias y un fuerte abrazo

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  4. Excelente superlativo relato muchas gracias

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