sábado, 10 de septiembre de 2011

El día que Gualeguaychú se largó a cortar

A veinte años de una elección histórica
EL DIA QUE GUALEGUAYCHÚ SE LARGÓ A CORTAR

La elección del 8 de Septiembre de 1991, no fue una más y por ello muchos gualeguaychuenses maduros todavía la recuerdan. Se sabía que sería reñida, y tanto lo fue, que sólo muy avanzada la noche, pudo develarse finalmente quien sería el nuevo Intendente, entre Luis Leissa y quien esto escribe.

Todo empezó en los primeros meses de 1990, con una inquietud mía de fundar una Unión Vecinal. La idea iba madurando y a la vez generaba opiniones favorables que la hacían crecer. Tanto, que para agosto de ese año se empezaba a convertir en un clamor y muchos me reclamaban su pronta concreción.

Dado que hasta el año anterior participé en política, buscaba una manera de lanzamiento que estuviese insospechada de cualquier vinculación partidista o con algún grupo preconstituido. Hasta que la encontré: fui a LT41 y contraté con Monyo Mettler, media hora de radio, por entonces muy barata: $ 350. En ese espacio leí una carta abierta dirigida a todos los ciudadanos de Gualeguaychú, invitando a constituir una Unión Vecinal. En ese mensaje exponía algunos problemas estructurales de nuestra Municipalidad: el retaceo de sus recursos, la crecida planta de personal, las rigideces de su estatuto, la excesiva politización, el permanente internismo y hasta el clima conventillesco del mismo. Todo lo cual predisponía para introducir un nuevo modo de administrar la comuna. Dejaba a salvo las figuras de los Intendentes Richard Taffarel y Manuel Alarcón, a la vez que rendía homenaje a los grandes de ese siglo: Pedro Jurado, Claudio Méndez Casariego, Ignacio Bértora y Balucho Etchebarne.

La lectura se difundió en directo entre las 12,20 y las 13 del 11 de Septiembre de 1990. Cuando llegué a casa, tuve la primera pauta de que aquella iniciativa podía prosperar: en los minutos que insumía el regreso, ya tenía siete llamadas en el contestador, de vecinos que deseaban sumarse. A algunos no los conocía.
En los días subsiguientes era notable el nivel de adhesión, lo que se trasuntaba en la inscripción de afiliados. A principios de octubre de 1990 hice otra convocatoria por LT41: era para concretar la fundación de la nueva entidad. Invitaba una reunión para el 20 de ese mes, cuyas peculiaridades llamaron la atención: era una asamblea pública, abierta, en la Plaza San Martín y a la luz del día: 4 de la tarde.

Previamente tramité el correspondiente permiso municipal por el uso de ese espacio público, el que fue concedido por el Intendente Manuel Alarcón y el Secretario de Gobierno Emerio S. Abraham.

Habrán notado los lectores en este relato, un manejo personalista de mi parte. Efectivamente fue así y a propósito. Tuve que apechugar sólo toda esa primera etapa, para aventar toda sospecha de algún grupo previamente concertado. Recién en la asamblea surgiría la junta fundacional emanada del voto libre de los asistentes. Y como también me abstuve de intervenir para orientar esa elección, surgió de allí un grupo con un tinte algo conservador, que podría ahuyentar a los de otros sectores. 

Pero no fue así. Cuando terminó la asamblea, ya contábamos (de aquí en más, hablamos en plural) con ¡712 adherentes! cifra absolutamente inédita para una agrupación naciente. De ellos, 710 acudieron espontáneamente y tan sólo dos ciudadanos fueron invitados especialmente por sus méritos: Celia Borro y Julio Etchegoyen.

La Carta Orgánica allí aprobada contenía una particularidad: la absoluta incompatibilidad entre candidaturas y cargos partidarios: cada uno en lo suyo sin mezclarse los tantos.
El verano de 1991 nos impuso una pausa que se prolongó por las internas de los partidos políticos y para mediados de año, muchos nos preguntaban si no nos estábamos desinflando. Algo de eso había, hasta la Asamblea del 22 de Junio en la Escuela Rocamora, que consagró por aclamación la fórmula Gustavo Rivas- Alfredo Facello. Ahí nomás largamos la campaña con una gran caravana por la ciudad.

No teníamos un peso, y nuestra modalidad proselitista excluía toda pegatina, carteles o afiches. Lo suplimos con ingenio, se adaptó un tema musical que hacía furor por entonces: “El Petiso” de Ricky Maravilla y ello tuvo una gran repercusión en toda la ciudad. Luego se hizo La Payada Vecinal con similar éxito. Un grupo de vecinalistas construyó una tijera gigante con la promocionábamos el corte del boleta.

Hicimos mucha propaganda radial, para lo cual contratamos en LT41 unos micros de 15 minutos. Los últimos 5’ eran el curso diario de “corte y confección”: queríamos enseñarle a cortar a los gualeguaychuenses y lo logramos (aunque no fue suficiente). La creatividad publicitaria brotaba a raudales: Ricardo, un comerciante vecino de la Plaza San Martín largó su perro con el cartelito al cuello: “vote al petiso”.

Tuvimos mucha presencia en el programa radial “La Galera del Mago” de Totó Pugliese, por el lejos el de mayor audiencia en el Gualeguaychú de entonces. La Sra. Giménez de Carrizo nos facilitó “la casita” una prefabricada de 25 y Costanera y allí se coordinaba la campaña que incluía amplias reuniones allí y visitas por todos los barrios.

Por lo demás, fue una campaña absolutamente limpia, en la que no sólo los candidatos no nos agredíamos, sino que nos valorábamos recíprocamente, en un clima de franca cordialidad y respeto.
A principios de agosto, ya la vecinal acaparaba muchos comentarios y su crecimiento era inocultable. Todas las encuestas nos asignaban más del 20% en intención de voto y peleábamos por el segundo lugar. El avance era imparable, pero el mayor impacto fue la publicación de la última encuesta en El Día – empezaba septiembre- en la que habíamos escalado la punta, con un 3% por encima del Partido Justicialista. El 3 de Septiembre hicimos un acto de cierre de campaña en 25 de Mayo e Italia. Sin uso de colectivos y ni un solo choripán, logramos superar las 2.000 personas.
Pero ese clima de triunfalismo tenía una limitante que no todos veían: pese a intensa campaña por el corte, éste nos iba a significar una merma de 5% en las urnas.
Por eso, 48 horas antes, en una cena del Día de la Industria, le dije reservadamente a Luis Leissa: te voy a hacer transpirar la camiseta… pero vas a ganar.

El 8 de septiembre llegaba la hora de la verdad, aunque se hizo esperar. Las primeras mesas eran ampliamente favorables a la Vecinal; luego el resultado se emparejó y recién después de las 21, con la llegada de los últimos resultados del Barrio Sur, se tuvo el resultado final: Justicialismo 13.600, Vecinal 12.800 y UCR 7.500. La diferencia con el P.J. era de 2%. La encuesta de El Día -nosotros 3% arriba- estaba bien. El 2% de diferencia en menos, también: entre ambos sumaron el 5% que perdimos por el corte.

Hoy se cumplen 20 años de aquella histórica jornada cívica. Y aunque la nota pueda contener algún sesgo, por escribirla uno de los protagonistas, creímos que valía la pena refrescar este recuerdo para los votantes de entonces y para las generaciones más jóvenes.

P.D.:
SI BIEN EN ESA ELECCIÓN ME QUEDÉ “MIRANDO LA FIAMBRERA” PUDE SIN EMBARGO, OCHO AÑOS DESPUES, DARME EL GUSTO AUNQUE SEA POR UN DIA.
LA HISTORIA DE CÓMO FUE, SE ENCUENTRA EN NOTA APARTE, TITULADA “INTENDENTE POR UN DÍA”

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